Sentir la brisa, pisar la arena, saltar las olas... todo lo que se les ocurra es divertido y a la vez les estimula muchísimo a nivel motor y mental. Y para los papás es muy cómodo, solo tenemos que protegernos todos bien del sol y quedarnos en la orilla siguiendo de cerca cómo juegan, pero sin agobiarles.
Sin pañal y libres como el viento, ¿qué más se puede pedir? Se me ocurre una buena respuesta y es no tener deberes en verano.
¡Por unas felices vacaciones!
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